martes, 8 de abril de 2008

Vida y obra de Aldo Tapia.

Una biografía a manos de Federico Pérez Verol y Marco P. González.

La razón que llevó al Emperador Shih Huang Ti, rey de Tsin, a edificar la casi infinita muralla china, no fue la de una súbita e irrefrenable pasión por la arquitectura, sino la construcción de una vasta defensa contra los bárbaros.
Asimismo, el prematuro acercamiento de Aldo Tapia a la creación de estructuras se debió, fundamentalmente, a la búsqueda de una comprensión de sus conflictos más íntimos.

La capacidad de Tapia para atravesar paredes ya había alcanzado cierta notoriedad cuando la noticia llegó a nuestros oídos. Inmediatamente lo citamos en Scoozi para dialogar al respecto.
Hombre significativamente calvo, de baja estatura y “católico de la primera hora” como a el le gustaba definirse, Aldo Tapia se conscientizaba de su habilidad durante el transcurso de su cursada de tercer grado: "la maestra me mandó al rincón por molestar durante la hora de Matemática. Yo le obedecí al instante y me paré lo más cerca de la pared posible. No me di cuenta de mi paso a través del tabique hasta que me vi de frente a la clase del 5° “C”, que estaba en el aula contigua a la nuestra. Nunca olvidaré la cara de asombro de todos ellos”. Si bien Aldo siempre se jactó de no utilizar su destreza para el hurto o de haberse convertido con el tiempo en un experto desenmascarador -sic- de laberintos, también tuvo siempre bien presentes sus limitaciones: su incapacidad para participar en un juego de escondidas o para colgar un cuadro.
Llegando al tercer lustro de vida, Tapia participa en un certamen de construcciones con arena. Debido a su pésimo estilo arquitectónico su obra no obtiene mención alguna, pero se mantiene incólume en la playa durante casi una semana. Evidéncianse así por vez primera las facultades constructivas de nuestro protagonista. Basándose en este acontecimiento, Aldo Tapia publica -con tan sólo dieciséis años- el que sería su más logrado texto: La Antiestética perdurable, mediante el cual lograría el reconocimiento de los más renombrados arquitectos de la metrópoli. “El íntimo conocimiento de cada pared que atravesaba y el placer que esto me provocaba me llevaron a querer conocer hasta el último milímetro de sus estructuras. Esto me daba una clara ventaja frente a mis futuros colegas. Fue así como descubrí las dificultades que me ocasionaba pasar a través de las paredes de barro o adobe”. Sin embargo, este contratiempo le otorga a Tapia la posibilidad del manejo del material, -es decir, le evita el repetido traspaso involuntario a través de cada pared que construye, y la consiguiente pérdida de tiempo y energía que esto significa-, asumiendo la utilización del lodo -componente infranqueable para Tapia- como único elemento para sus construcciones. Ahora bien; es sabido que este último no es un material noble para la construcción, por lo que Tapia se aboca de lleno a la resolución de una obvia contradicción: la imposición de un estilo arquitectónico mediante el empleo de un elemento de tan frágil sustentación como el barro.
Ya adulto, Tapia realiza un descubrimiento que cambiará el rumbo de su vida: la ecuación matemática que -a su juicio- le permitirá determinar la fecha de derrumbe de sus barrosas obras exactamente un año después de su muerte: “la más noble manera de evitar angustias innecesarias y falsos remordimientos”, según el talentoso creador1; soslayando también de esta manera el estudio de conceptos básicos de la arquitectura estructural, verbigracia: los cálculos de la resistencia del hormigón armado. Al llegar a este punto es conveniente una aclaración que con seguridad el lector perspicaz reclamará: para asegurarse de que la data del colapso del edificio en cuestión fuese veraz, Aldo Tapia decide autenticar la fecha de su óbito -imprescindible para la correcta resolución de la fórmula- llevando a cabo una proyección de su suicidio para ese día. "Siempre pretendí anteponer el arte a mi vida. Mishima y Rimbaud lo intentaron; yo los vindicaré lográndolo.”
Meses más tarde -y ante la expectativa general- Tapia inicia la construcción del primer rascacielos criollo, el edificio K-Van Gogh2. Su obra maestra de 110 metros de altura exhibe una fuerte verticalidad a la vez que una clara lectura horizontal. El mismísimo Le Corbusier -en tránsito por la maison Ocampo- afirmaba: “el coronamiento mediante una mansarda, también compuesta por una sucesión de planos, ostenta claras referencias de la arquitectura académica francesa”.
En el transcurso de los años subsiguientes, Tapia imagina y erige junto a Jorge Kalnay -racionalista de renombre- el Maison Garay en el barrio de San Telmo y el edificio Schaffhausen.
Sin embargo, y pese a su creciente prestigio, Tapia comienza a ser presionado por los entes reguladores y por sus propios colegas (no sin razón, recordemos la absoluta ilegalidad de sus edificaciones) al punto de verse obligado, al cabo de un tiempo, a abandonar su país natal de riguroso incógnito: "no me interesa el reconocimiento masivo, sólo la significación de mis construcciones. Por otra parte, creo que es el momento adecuado para un cambio de aire: la inserción en una cultura diferente no me vendría nada mal.” Con seguridad no resultaría a nuestro amigo engorrosa su fuga, dada su innata capacidad para traspasar paredes y su vasto conocimiento de la ciudad y sus bocas de salida. Una tarde cualquiera Aldo Tapia se alejaba de Scoozi, de Buenos Aires y de nuestras vidas.
Podríamos afirmar, sin dudarlo un instante, que Tapia fue el baluarte fundamental en la formación de un nuevo concepto arquitectónico. Creemos que su comprensión de la vida como mera excusa para la creación artística es sólo comparable a la pasión de las pesadillas de Poe o de Kafka.
No sabemos de un mejor elogio.

Buenos Aires, febrero de 1989.

Posdata de abril de 2008. La adquisición casual -en la Gare du Nord de Paris- de un fascículo de la National Geographic nos regala una extraña satisfacción: transcribimos textualmente un fragmento de una reseña acerca de los aborígenes de la isla Maèwo, perteneciente a la República de Vanuatu (Nuevas Hébridas): “(…) El crecimiento demográfico de la tribu se ve acompañado por una notable proliferación en el número de viviendas (chozas) y una increíble evolución arquitectónica en el lapso de los últimos años. (…) Es de destacar también la sorprendente calidez de sus formas y la solidez de sus estructuras, las cuáles se mantuvieron indemnes aún luego del “tsunami” que devastó las costas de Oceanía el último año …”.

Suponemos a nuestro arquitecto amigo.


1 … y la debida penalización por parte de la justicia (Nota de los autores).
2 Claro homenaje al pintor holandés, que derivaría primero al poco feliz nombre de Kavangagh y más tarde al de Kavanagh.

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