jueves, 21 de mayo de 2009

La realidad y Carlitos.

Carlitos abre los ojos y lo primero que ve es el cielorraso de su habitación. Blanco, blanquísimo, sin nada que ofrecer. En realidad Carlitos ve pero no ve, no hay nada que ver en ese blanco inmaculado. Inmaculado y puro, como la superiora del colegio, la Madre Nora, a la que había escuchado gritar en la dirección que ella era “casta, pura, inmaculada”, y que no quería volver a escuchar una sola palabra más acerca del portero, don Alberto. Así está Carlitos, mirando el casto cielorraso y tratando de cazar alguna de las simetrías de la vida. Pensándolo bien, no sabe qué quiere decir “simetrías" exactamente. Pero Carlitos ya no piensa más en estas cosas, sino en el Nesquik de la mañana. El Nesquik no es blanco, piensa un animado Carlitos, ni siquiera al agregarle azúcar y leche, tan inmaculados los dos como el cielorraso. Pensar en el Nesquik pone a Carlitos de buen humor. Pero ahora vemos como Carlitos deja sus ojos quietos, en el borde mismo de la convulsion, y entiende de inmediato que ánimo y humor son sinónimos, pero que mientras uno habla del alma el otro habla de líquidos ancestrales, líquidos que los griegos relacionaron con los estados de ánimo. Pero Carlitos no se siente ahora ni flemático, ni colérico, ni sanguíneo ni nada: Carlitos está aburrido. La vida es un momento de aburrimiento entre dos aventuras desconocidas, razona Carlitos mientras un montón de dudas atraviesan el cuarto hasta la almohada con la imagen de Bob Esponja y se escurren entre las circinvoluciones de su cerebro en desarrollo. ¿Cómo despejar tantas incógnitas, tantas x de ecuaciones casi incalculables?, se lamenta Carlitos mientras se levanta y se saca el pijama. Don Roque va a saber ayudarme, se recomienda mientras cuenta las monedas para sus mogul. Porque Carlitos -como todo el mundo- sabe bien que la verdad tiene un lugar: el kiosko de la otra cuadra, donde hoy seguro que no se fía.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy no se fía,
mañana sí

Anita dijo...

Mmmm..Yo diría que la vida es una aventura desconocida entre dos momentos de aburrimiento...

Gonzalo Pérez Marc dijo...

Ay Anita, si te escucha Sócrates se toma de vuelta la cicuta...