miércoles, 14 de mayo de 2008

Tragedia.

Sentimos la crisis, como el sordo murmullo del tren subterráneo que se acerca. 
Ya lo sabemos. Cada unos cinco años la crisis arremete. 
La necesitamos. 
La tragedia nos seduce allí donde seduce al suicida. 
Como una sirena a un marinero.
Aunque esa crisis no sea reflejo fiel de una problemática existente.
Aunque sea un síntoma sin enfermedad
O como una falacia verdadera
Como el eco de una estrella que ha muerto, pero aún viaja
Y una vez más el ciclo se cumple. 
La tensión será liberada.
Y naufragamos.

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