viernes, 2 de mayo de 2008

007.

Lo había visto en una de Sean Connery. Bond, pulcro, con su calma acostumbrada, enroscaba el silenciador en la 9mm reluciente. Lo hacía con desgano, como quien conoce con certeza las consecuencias inmediatas de sus actos. Sí, era en una de las de Sean Connery. Como él es que ahora F. se detenía a observar a su víctima. También sus manos sostenían el artefacto con gracia mientras giraba el extremo. Se tomó su tiempo, imitando a su personaje predilecto hasta en las pausas; gesto a gesto hasta la llegada de lo inevitable. Recién en ese momento terminó de desenroscar la punta del escobillón y le pegó a la rata con el palo en la cabeza.

2 comentarios:

Anita dijo...

La realidad y la ficción separadas por una delgada línea....

Unknown dijo...

la clave: hacer las cosas con estilo...